ALICIA CORRADO MELIN
Sombrero de Cardos
Ed. Alma de diamante
Sombrero de Cardos
Ed. Alma de diamante
Año 2013
HERIDA Y
CICATRIZ (Mi prólogo)
No es
casual que Alicia Corrado Mélin en un poema culmine diciendo “hasta
quedarse sombrero/y así no pensarte” y me remite la imagen al título de este
bello poemario Sombrero de Cardos y será porque personalmente asocio a los
cardos con la soledad, con la desazón, con la tristeza que percibí desde el
inicio estas sensaciones, que seguramente impregnarán también al lector. El
cardo desde su violeta también es trasmutación y esperanza, además de ser usado
por los magos celtas como varita, de ahí tal vez la magia, lo ancestral.
Libro
dividido en cuatro etapas o fracciones “Recreo”; “Carnaval””Atrapa sueños”
y “Segmentos”.
Desde el
primer verso Alicia nos dice “Allá lejos,
aroma a lavandas olvidadas…” y nos traslada de inmediato a lo que ya no
está, a lo perdido. Un poemario donde la infancia
sucumbió y ya no existe pareciera el
país de las maravillas, donde se extravió
aquella sortija, donde la anciana
niña olvida manos y voces porque el viento del sur se llevó la infancia y
entonces una melancolía abruma y enmudece, porque en estos enormes poemas que
Alicia hoy nos deja estarán siempre los adioses, los disfraces, los nomeolvides,
como así la presencia de sus seres queridos que están o estuvieron en su
biografía. En esta obra duele el Presente, propio o ajeno, así lo percibo
cuando leo frases como “así me ahuyento”,
“este abril/cayéndose a migajas”; “No se discute en este lugar” o “esperando una lluvia/que demora” y es
tal vez esta lluvia la clave, un destello esperanzador, una promesa.
Pero el
desamparo vuelve una y otra vez en cada página y a la autora le apena también
el afuera, porque es poeta y es sensible, es solidaria, entonces escribe a los desamparados, a los vagabundos, a los
indefensos con aroma a perro húmedo, a
los muñequitos embarrados, a los de pies negros que transitan este Carnaval
que es vivir. Saber mirar es la consigna que la autora le deja al lector.
En la última
parte del libro la poeta dice “No sé
dónde está tu cara/llegaron y borraron tu nombre” y se ahonda más la
ausencia, se fortalece el vacío, porque hay amores, instantes que no retornarán
y es cuando escribe “viendo fotos de miga rancia” que nos lleva nuevamente al pasado, a
la nostalgia. En otro verso dice “Brazos,
piernas, rostro, desparramados” y me vuelve una y otra vez la misma
sensación que me embargó en todo el libro.
Un poemario
bello, porque del dolor surgen las bellas palabras, de las vivencias surgen los
bellos poemas, del compromiso y la responsabilidad surgen los legados de luz. Y
este poemario es un legado, donde la autora habita en cada letra poniendo la
herida y la cicatriz. Alicia es vulnerable y fuerte, por momentos bajita y en
otros gigante, habita la sed, conoce soles y sombras, sabe sobre todo lo que es
la tierra y el cosmos.
Transitemos
pues este testamento poético que nos deja hoy Alicia Corrado Mélin y
disfrutemos.
Gustavo
Tisocco
Los poemas de Alicia nos llevan a la infancia, y nos vuelve adultos con las cicatrices, el dolor y la soledad de haber vivido
ResponderEliminarUn abrazo